El pasado 29 de junio una patrulla a exceso de velocidad atropelló y mató a un ciclista que circulaba frente al Mercado de Sonora, en el centro de la Ciudad de México. Al intentar huir golpeó a dos automóviles e hirió a sus ocupantes. Esto generó que cuatro mil ciclistas, convocados por más de 40 organizaciones, se manifestaran a las afueras de la Secretaría de Seguridad Pública del DF (SSP-DF).
Asimismo, éstas emitieron un manifiesto que explica que sin la aplicación efectiva del Reglamento de Tránsito Metropolitano (RTM) y la Ley de Cultura Cívica no es posible la construcción de una cultura de la legalidad, que permita la impartición de justicia, genere orden y contribuya a la democracia. Una demanda sencilla, pero poderosa, que la autoridad haga su trabajo, y con ello poder como ciudadanos confiar en la misma.
Esta demanda es añeja, pues desde 2005 diferentes organizaciones ciclistas han pedido a la autoridad que se haga cumplir el RTM. Sus oficios, propuestas y demandas han sido ignoradas. Una de las organizaciones, Bicitekas, realizó un conteo en el cruce de Alta Tensión y Calzada Minas, contabilizando 54 vehículos que se pasaron el alto en una hora. El agente de tránsito que estuvo ahí no levantó ni una infracción. Esta organización reunió 25 testimonios de ciudadanos afectados por violaciones al RTM, que incluyen lamentablemente seis fallecimientos, y que sirvieron para presentar una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del DF por incumplimiento de la SSP-DF.
En el Distrito Federal mueren cerca de mil personas cada año a causa de siniestros de tránsito y éstos permanecen entre las 10 primeras causas de muerte en la ciudad. La mayoría de ellos son prevenibles, pues no son causados por sucesos imprevistos o incontrolables sino por conductas humanas claramente identificadas como conducir en estado de ebriedad, a exceso de velocidad, no usar el cinturón de seguridad o no utilizar sillas portainfantes, o conducir atendiendo un celular y en el caso de los motociclistas, por no usar casco. Todas estas conductas son sancionadas por el RTM. Sin embargo, este reglamento no salva vidas, porque 7 de cada 10 infracciones a dicho reglamento no son sancionadas.
Al respecto, el Subsecretario de Control de Tránsito del DF, Martín Manzo, respondió a las organizaciones ciclistas en una reunión realizada el 8 de julio en la sede de la SSPDF: “Nuestro trabajo es dar vialidad: gracias a la policía de tránsito que cuenta con 2,200 elementos es posible agilizar el tránsito ante lluvias, eventos masivos y congestión vehicular.” De éstos, pocos pueden multar, ya que sólo quinientos (22%) están habilitados para ello (con dispositivos móviles) a un parque vehicular de más de cinco millones de automóviles en la Zona Metropolitana del Valle de México.
Es obvio que los números no le ayudan a la policía para tener mejores resultados. Pero lo más preocupante es su visión de cuál es su tarea. Hoy en día su prioridad es agilizar la circulación de los autos por encima de la de proteger la vida de todos los transeúntes. Si no cambia su enfoque, ninguna inversión pública, equipo, número de policías, campañas, actividades de promoción, fomento y cultura vial lograrán prevenir efectivamente las muertes por accidentes de tráfico.
El cambio crucial indispensable para la transformación de la ciudad no requiere de grandes inversiones. Este cambio es que quienes están al mando de la SSPDF comprendan que la policía no está al servicio de la minoría que se mueve en automóvil en esta ciudad, sino de todos los ciudadanos, independientemente de su modo de transporte. La Ley de Movilidad del DF, recientemente promulgada, obliga ya a este cambio al otorgar la prioridad a peatones y ciclistas, en razón de su vulnerabilidad y de las externalidades positivas que estos modos de transporte producen para la ciudad. Sin la participación efectiva y eficiente de la policía, los esfuerzos en materia de movilidad, transporte, protección ambiental no pueden dar frutos y esta ley corre el riesgo de convertirse en letra muerta.
La mayoría de los viajes de los capitalinos son menores de cinco kilómetros, esto implica que miles de personas podrían optar por realizar algunos de esos viajes en bicicleta o a pie, lo cual produciría beneficios incuestionables e inmediatos para sí mismos y para la urbe, si tan solo pudieran confiar en que la luz roja de un semáforo realmente significa alto para quienes conducen un automóvil. La aplicación del RTM podría transformar la forma en la que vivimos la ciudad, creando seguridad y por ende calidad de vida para la ciudad. Los debates sobre el Hoy no circula, los parquímetros, el espacio público, las obras públicas serían muy diferentes si antes se aplicará la ley existente.
Areli Carreón es promotora del ciclismo urbano y una de las fundadoras de Bicitekas A.C.
Comenzando por los peatones, me parece fabuloso. Gracias por estas iniciativas. Aveces parece que las autoridades van en contra de los habitantes de la ciudad…
Estoy de acuerdo con usted en que se debe hacer valer la normatividad vigente, con énfasis especial en el RTM y que se promuevan medios de no contaminantes como la bicicleta con los múltiples beneficios que eso conllevaría. Lo único que agregaría a su artículo, que me parece ha omitido, es que el ciclista, de igual forma y con el mismo acatamiento, haga vivo el espíritu del RTM y lo aplique a cabalidad. No son pocas las veces que como peatón o automovilista hay que cuidarnos de ciclistas imprudentes que, sin ser niñ@s, infringen el RTM y circulan por las banquetas, reservadas a niñ@s en bici y peatones o circulan impúnemente en sentido contrario, incluso, en vías primarias y uno no espera encontrarles en contraflujo. También y ni porque mayormente es para su propia seguridad y mejor desempeño, prescinden de reflejantes en su indumentaria y luces trasera y delantera en sus bicicletas. No se diga la forma descuidada y arriesgada con la que a veces conducen, escuchando música y por ello, ausentes de los sonidos y vialidad a su alrededor o vienen empleando sólo una mano en la conducción, mientras con la otra mensajean, ka negligencia y falta de civilidad está arraigada en todos los ámbitos. Y ya que usted es activista de Bicitekas, una de las principales organizaciones del país, mucho le agradecería que entre sus agremiados y usuarios promovieran también el uso responsable de la bicicleta y que crearan conciencia de los problemas comunes que le he expuesto y cuyo protagonista infractor es el ciclista. Le agradezco mucho su atención y seguimiento a mis comentarios. Saludos.
Nomás se hacen patos. Se les ha dicho decenas de veces.
Primero que los ciclistas respeten el Reglamento de Tránsito que tanto exigen: que se bajen de las banquetas y dejen de circular en sentido contrario. Entonces que pidan.
Las autoridades son las primeras que tienen que hacer cumplir el RTM, ese es el punto. La critica a los ciclistas es cuasi equivalente que ningún automovilista puede demandarle a la policía la aplicación del RTM hasta que el resto de los automovilistas lo cumpla. Simplemente es absurdo.
Como conductor lo que observo es el gandallismo, prepotencia y estupidez con la que conducen muchos, simplemente las direccionales no existen, los taxistas y peseros se sienten los dueños de las calles y esto sólo disminuirá con educación vial y castigando a los gandallas
Felicito y hasta envidio a quienes han dejado el coche por una bicicleta, pero como automovilista les quiero hacer notar a los ciclistas sus fallas que ponen en riesgo la salud de mas de uno; la bicicleta en la ciudad es un medio de transporte, NO un deporte extremo, ¿porque circulan “corriendo”, de acuerdo a la capacidad de la bicicleta, zigzagueando entre los coches?, y lo que es peor en sentido contrario sobre Insurgentes.